domingo, 1 de febrero de 2015

Espero que sepas mi nombre

El autobús paró cerca del río. La puerta se abrió. Tal y como le habían indicado, el conductor salió corriendo hasta que su silueta se perdió en el horizonte. Los únicos pasajeros bajaron del vehículo y se acercaron a la orilla. El líder del grupo fue el único en hablar: "Bueno, chicos, nuestro trabajo aquí ha terminado." Todos sonrieron satisfechos y cerraron los ojos. Sus satánicas majestades se despidieron de este mundo en una vorágine de fuego, humo y punteos de guitarra.

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