jueves, 6 de noviembre de 2014

Fantasma

El más ordenado de los ordenados, el que siempre colocaba los muebles en perfectas líneas, fue enterrado en una caja torcida. Desde el más allá no pudo aguantar tal insulto y regresó para atormentar a su enterrador. Mas, ¿cuál podría ser su castigo? Él, que había sido un ejemplo de rectitud, se veía inundado por los más bajos instintos de venganza y represalia. Si todavía estuviera vivo, sabía muy bien qué habría hecho: se hubiera presentado en su oficina y habría presentado toda clase de reclamaciones por escrito perfectamente redactadas. Pero aquellas eran otras circunstancias muy distintas. La muerte daba una perspectiva diferente y no podía repetir aquello hecho en vida. Ahora tendría que probar algo diferente, algo cruel, que respondiera con firmeza la infamia que aquel enterrador había hecho caer sobre su persona. Su venganza se tradujo en calcetines desparejados, llaves perdidas y cuartos de baño sin papel.

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